miércoles, 28 de agosto de 2013

Cartografía de tus sesenta años


Hemos cenado en la terraza de su casa - que es mi casa también. Yo no vivo aquí, pero hace ya un tiempo largo que allí donde vive mi madre me hace sentir que es un espacio para mí también. Procomún, y así lo siento yo.

Hablamos. Hablo, mucho. Le cuento (y me cuento) mi último año, cómo me ha saltado todo por los aires, las relaciones, los aprendizajes. Le hablo mucho y le cuento todo de esas relaciones por las que me pregunta tanto, las de toda la vida, las de siempre. Ella sabe. Que ya no hablo de ellxs. Que ya no viajo con ellxs. Que a veces salen en las conversaciones, pero se evaporan. Que cada vez que me ha preguntado en los últimos meses me escurría a otra conversación. Ella sabe. Y yo quería contarle, ahora que ya me lo he contado a mí.

Y me ha dicho. Menos mal que hay semilla. Que a veces lo habla con B, una amiga de toda la vida, mira cómo han ido desapareciendo lxs compañerxs, la gente con la que se entendían en una otra manera de hacer vida, de relacionarse. La que se le fue la olla y se metió al opus. El que se casó y luego se supo después de un montón de años que tenía una relación a escondidas con un tio y que lo machacaba. Las bolleras feministas que luego pura pose y mucha farándula. El del grupo de teatro que ahora concejal procesado por corrupción y noséquémás. Y así casi todxs. Y le decía mi madre a B: "¿y ahora? ¿con quién puedo hablar ahora? ¿con quién me voy a juntar con quien me entienda un mínimo?". Y que mira si hubieramos tenido esta conversación el otro día cuando estaba B, que qué subidón le habría dado, saber que hay semilla.

Y le pregunto si nunca ha estado con otra mujer, y me cuenta. Y me cuenta de la escuela de teatro, y de la compañía que se montaron, de la primera, de la segunda. Y me cuenta cómo vivían todxs lxs de la compañía en la misma casa, y vivían para la obra: escribían, montaban, ensayaban, viajaban y representaban. Y el diseño de la ropa, y la confección, y fregar los platos, y liarte con alguien de la compañía-casa-círculo de amigxs. Y de ser la única mujer de la compañía. Y de las relaciones abiertas. 

Y me habla de las redes sociales, las de carne y hueso, las de los círculos políticos y culturales en el final del franquismo y la transición. Y de volver de ensayar de la iglesia del pueblo porque el cura era un rojo. De ensayar una obra de Bertold Brecht sobre la guerra civil española. Y cruzarse con la guardia civil, cada noche.

Y me habla de las redes de apoyo, de interrupciones del embarazo clandestinas, una en mi casa (en su casa). De un compañero haciendo un viaje express secreto a la frontera con Francia para llevar a una amiga en coche a hacerse una IVE. Casada y con hijxs, el marido un mafias, y entre todxs se lo montaron para hacerse cargo de lxs críxs y hacer posible el viaje de ella hasta Francia, y el contacto allí, y la vuelta. Y su marido nunca supo. Y la amiga le decía: "pero...tu novio me va a llevar...sól@s él y yo todo el viaje...¿y a ti no te importa?" - "como si echáis 20 polvos por el camino, eso sí, no vuelvas preñá otra vez".

Y de cómo mi abuelo migró a Alemania, a Suiza y a Marruecos para trabajar, y de cómo ella migró a Suiza y a Francia a trabajar. De cómo se fueron a París a hacer teatro para inmigrantes españolxs, obras de Brecht, en castellano. Hoy mismo me cuenta esto, un par de horas después de escribirme ella en francés el email que tenía que mandar pidiendo trabajo para mí para la vendimia en Francia. 

Y me cuenta. Cómo se iba a ir a Milán becada con una compañía de teatro, y la compañía de repente ya no monta esa obra. Y unas jornadas de cine en Alicante sobre Buñuel, y contactos con gente que se mueve de verdad en esto, y cómo cambia el plan: vete a Roma, la escuela de allí, bingo. Desde entonces y durante 14 años se dijo que la hija que tendría algún día se llamaría Roma.

Le pregunto, le pregunto de todo, ella me cuenta, ¿y cómo era el abuelo? murió antes de que yo naciera. Un hombre distinto para su tiempo, mi abuela una mujer distinta también. Una familia grande. Una educación abierta, un padre socialista. La primera gira con el teatro, dónde vas tu con 18 años, te quedas en casa. De cómo le dijo mi madre: ¿todo lo que me has enseñado para mí no cuenta? - seré socialista, pero mi autoridad paterna no me la quito - pues ya hemos llegado donde íbamos. Y se fue. A hacer su vida.

La primera vez que fue a París con el teatro tenía 19 años, menor de edad en esa época. Tenia pasaporte por un viaje que había hecho con el instituto, si no no lo hubiera podido sacar sin el consentimiento de su padre. Iba nerviosa sabiendo que aun teniendo pasaporte podían devolverla a casa, pero pasó la frontera. Íban a representar una obra que ellxs mismxs habían escrito que se llamaba "La oficina de inmigración". 

Unos años después se fue a Polonia con una beca para el Teatro Laboratorio, pero justo cuando llegó lo cerraron. Eran los años ochenta en la Polonia comunista, el telón de acero, la iglesia como apoyo para lxs opositorxs al régimen. Movimientos dentro del teatro creando otros métodos, otra relación con el cuerpo, otra relación con la psicología, ¿quién soy yo y qué hay de mí cuando estoy actuando? teoría e historia del teatro, todo lo que yo he leído en libros destartalados, en sus libros.

Y cómo se dijo "de Polonia me vengo preñá", que allí lo veía más fácil, y más lejos, y menos preocupaciones después. 

Y yo quiero preguntarle mil cosas pero se me cierran los ojos, y quiero venir a escribir esto rápido, unas notas, algo que me hile todo lo que me ha contado para hacerme los mapas de su existencia, quiero dibujarla. Y le he dicho: "bueno mamá: mañana me cuentas los siguientes diez años".


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